“Permanece en mi mente todo el día, Padre mío”. -Y que nada más lo haga. Que tu nombre me arrope y que tus pensamientos sustituyan a los míos-. “Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día”. –Que Tu nombre anule todos los demás nombres tras los que me escondo-. “Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo”. –Qué Tu compañía sea lo único que busque y encuentre-. “Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo”. –Muéstrame Tu calor y compañía de una forma que yo entienda y que jamás pueda volver a olvidar-.
Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. –Que duerma envuelto en ellos y arropado- “en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo. -Ayúdame a escuchar Tu Voz todo el día hablándome del Amor que nos une y me profesas-.
Esta oración me ofrece transformar el escenario de mi vida y situarme a un paso del mismo cielo. “Permanece en mi mente todo el día, Padre mío”.
De nuevo Jesús me habla: “Así es como debería ser cada día”. -Y asiento… El escape de mi propia locura-. Practica conmigo hermano hoy el final del miedo. -Apoya mi fe en el Padre con la tuya que es recia y ayúdame a dejar en Sus Manos todo lo que me preocupe-. “Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo”.
Joseluis