“Padre, mi voluntad es únicamente recordarte”. -Leo esta mañana. Al instante estoy de acuerdo, pero cuando trato de concentrarme, compruebo que mi mente está llena de tantos quehaceres que esa voluntad está enterrada. ¡Ay! Vivo al margen de mi voluntad, perdido, confundido y ofuscado. Padre, mi única voluntad es recordarte, porque tu recuerdo es mi salvación. Pero sigo perdido buscándola por mi cuenta y en lugares equivocados-. “Qué puedo buscar, Padre, sino Tu Amor? Tal vez crea que lo que busco es otra cosa; algo a lo que le he dado muchos nombres. Mas lo único que busco, o jamás busqué, es Tu Amor. Pues no hay nada más que jamás quisiera realmente encontrar. Quiero recordarte. ¿Qué otra cosa podría desear sino la verdad acerca de mí mismo?” –Corrige mi rumbo y mi intención que ando distraído-.
Cuando reconozco mi única voluntad, comienzan a disiparse las ocupaciones que me distraen y desvían: “La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino que conduce a Él” –Puedo abrumarme si quiero de la ingente faena que se me presenta ante mí… hasta que veo su engaño. Sólo debo ocuparme de ahora mismo. Ahora mismo es mi salvación-.
Y siento la mano de Jesús sobre mi hombro vacilante aún, recordándome; “Ésa es tu voluntad, hermano mío”. -Y ninguna otra. La compartes conmigo y con nuestro Padre. Ésa es tu garantía-. “Recordarlo a Él es el Cielo. Esto es lo que buscamos. Esto es lo único que nos será dado hallar”. -Ahora ya puedo descansar en paz, y olvidar por hoy mis órdenes abusivas, todas mis distracciones y escuchar sin sobresaltos-: “Padre, mi voluntad es únicamente recordarte”.
joseluis