Ahora buscaré y hallaré la paz de Dios”. La buscaré esta vez sin ponerle otros nombres. La paz de Dios es lo único que necesito, si bien me entretengo en metas menores con la pretensión de obtener otras paces. Fui creado en ella y es lo que extraño. Perdonaré todo lo que me la quita y regresaré la paz de Dios.

Esta paz permanece conmigo sin que yo la vea, pues fui creado en ella y no se me ha dado poder para cambiar mi Ser. Cualquier cambio en la perfección sería una pérdida. No son verdad las circunstancias que la amenazan. Perdonaré las situaciones de mi vida que la desafían y regresará a mí. Gracias Padre quiero ver tu paz eterna.  Si busco la paz sólo busco lo que es mío, y nada más que la paz de Dios existe. No son ciertos los presagios que me intimidan y obligan a defenderme a cada rato. Perdonaré lo que me asusta y lo que es mío, regresará.

            “Padre, busco la paz que Tú me diste al crearme”. –Y abandonaré los métodos fracasados y onerosos que inventé para obtener otra paz distinta-. “Lo que se me dio entonces tiene que encontrarse aquí ahora, pues mi creación fue algo aparte del tiempo y aún sigue siendo inmune a todo cambio”. –Aparte del tiempo… resuena en mi cabeza, qué lugar es ése desconocido para mí-. “La paz en la que Tu Hijo nació en Tu Mente aún resplandece allí sin haber cam­biado. Soy tal como Tú me creaste”. –No necesito cambiar, mejorarme, limpiarme, ni hacerme santo. No necesito intervenir en mí, sólo quedarme quieto y...- “Sólo necesito invocarte para hallar la paz que Tú me diste”. –Padre, Padre, Padre, sana mi mente-. “Es Tu Voluntad la que se la dio a Tu Hijo”. -Amén-.

joseluis