“Éste es el instante santo de mi liberación”. Me asusta la inminencia. Tengo miedo de perder todo lo que quiero aquí, lo que creo que es bueno. ¿Quizás para más adelante, escucho tontamente en mi mente? Y me doy cuenta lo apegado que aún estoy a mi mundo. Tengo que hacer un acto de voluntad y recordar que ninguna ilusión jamás me dio el resultado que me prometía y reconocer que todo lo que me rodea son ilusiones. Todo, tanto lo que me lastima, como lo que me parece santo. Ése es mi salto al vacío que no puedo dar si no tomo la mano de Jesús que es quien me habla hoy. Sólo así puedo continuar, con los ojos cerrado confiado en su palabra.

Ahora puedo por fin orar: “Padre, hoy es el día en que me libero porque mi voluntad es la Tuya… Pensé hacer otra voluntad”. -Busqué en miles de lugares probando todas las posibilidades que se me presentaron…Y no hallé satisfacción… porque-, “nada de lo que pensé aparte de Ti existe”. -Ahora lo veo. Estoy perdido y preso de mis planes fallidos, y escucho-: “Eres libre porque estabas equivocado y las ilusiones que abri­gabas no afectaron en modo alguno tu realidad”. -Gracias Padre-. “Ahora renuncio a ellas y las pongo a los pies de la verdad, a fin de que sean para siempre borradas de mi mente”. –Ahora ya puedo volver a repetir sin resistencias-. “Éste es el instante santo de mi liberación. Padre, sé que mi voluntad es una con la Tuya”.

De nuevo Jesús hablándome de esta manera; “Nos encontramos felizmente de vuelta en el Cielo, del cual realmente jamás nos ausentamos. En este día el Hijo de Dios abandona sus sueños. En este día el Hijo de Dios regresa de nuevo a su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad, habiéndosele restituido finalmente su mente recta”. -Y digo sí… de su mano-.

joseluis