“Dios es mi Padre y Él ama a Su Hijo”. Otra corrección a mi locura, otra enmienda a mi sistema de pensamiento. Sólo necesito recordar mi verdadera y única naturaleza para que las distracciones de este mundo dejen de atraerme. Mi verdadera Identidad es invulnerable -Me repito. ¡Quién lo diría viéndome!- Sublime, inocente, gloriosa, esplendida, absolutamente benéfica y libre de culpa. -Sí, ahí debo poner mi atención indivisa. Debo continuar escuchándome esto hasta romper el “sentido común” que me habla de lo contrario-. El Cielo mismo la contempla para que lo ilumine y Ella ilumina también al mundo.
Mi verdadera y única Identidad cumple todas estas características porque es el regalo que me hizo mi Padre. Por eso puedo a mi vez regalarlo al mundo y transmitirle mi luz. Mi Identidad también es la esperanza de la sinrazón que veo en su lugar. Y me pierdo en esas alturas, pero de ese modo debe ser, pues la razón lo dice.
Mi verdadera Identidad y sólo Ella es la realidad. Es el único regalo que puedo dar y recibir. Es el final de las ilusiones. En ella confío aun sin comprenderla ni verla ni tocarla, ni saber de lo que hablo, pues una parte de mi mente poco frecuentada, tiene escrito una frase que dice; ésta es la verdad.
-Ayúdame Padre, pues mi nombre todavía te es conocido. Yo lo he olvidado, y no sé adónde me dirijo, quién soy, ni que es lo que debo hacer. De ahí mi desconcierto. Recuérdamelo ahora, Padre, pues estoy cansado del mundo que veo y revélame lo que Tú deseas que vea en su lugar-.
joseluis