“Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten”. -Me reconcilio con esta frase nada más oírla y la repito complaciéndome-:“Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten”. –Y en el silencio inmaculado que se abre prosigo-: Padre, hoy vengo a Ti en busca de la paz que sólo Tú puedes dar. Vengo en silencio. Y en la quietud de mi corazón -en lo más recóndito de mi mente- , espero y estoy a la escucha de Tu Voz. Padre mío, háblame hoy. Vengo a oír Tu Voz en silencio, con certeza y con amor, seguro de que oirás mi llamada y de que me responderás.
Y custodiado por estas vibrantes palabras aguardo silenciosamente. Jesús, el hermano mayor me asegura que permanece conmigo, seguro de que Él me hablara y yo le oiré. Acepta mi confianza -me pide-, pues es la tuya. Tu mente está unida a la mía, no podemos fallar, pues nuestro propósito es escuchar la respuesta de nuestro Padre.
Tengo que apartar de mi cabeza la idea de que la Voz de Dios me llegará de una forma magnifica, entre ángeles y trompetas, con un gran escenario. Y tengo que recordar las palabras que oí a un maestro; -el cielo no es un circo y Dios no es un payaso-. Me hablará en un idioma que entienda y no me asuste, como un padre. Y oigo en mi cabeza; -permanece atento nada más, y toma como sus palabras las señales que te muestre. Busca dentro de la cotidianidad Sus marcas, las reconocerás, pero permanece atento y no te distraigas, tu atención hará que las descubras, están ahí-.
Jesús, acepto tu confianza y compañía. Si tú Le escuchaste una vez, hoy lo haremos juntos.
joseluis
Muchísimas Gracias gracias, Gracias