“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -En un mar de pensamientos alborotados se ha convertido mi meditación esta mañana. Restos de noticias de la tarde pasada sin resolver, me invadían con la imperiosa necesidad de actuar. Asfixiado por ellos se mezclaban con mis frases restándoles importancia. Finalmente mi fuerza de voluntad y mi resolución ha hecho de las frases un flotador para ese mar embravecido que me amenazaba con hundirme. He conseguido no solamente mantenerme a flote, sino que he aprendido que para eso me las dan, para no sucumbir cuando el mar de fuera arrecia-. “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
“No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano”. -Después de tantos repasos como he hecho a los textos, por primera vez he sentido al escuchar la frase, levantarse agradecido junto a mí a mi propio Ser. Me he visto divido en dos-. “¿Quién debe dar gracias por mi propia salvación sino yo mismo?”. -Dos partes de mí mismo; El que quiere despertar y el beneficiario agradecido, el que pelea en las olas y el salvado. Y me he conmovido…- “¿Y cómo sino a través de la salvación puedo encontrar al Ser a Quien debo estarle agradecido?”. -Ése es el premio-.
“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Ya no me importan las olas ni las mareas, puedo proseguir seguro. Entro en ellas y según las repaso veo abrirse, como en otro momento lo hizo el rojo, el mar que lleva mi nombre. En efecto, formo parte del pueblo escogido, yo, y mis otros yoes-. “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Una sola voz para un solo pueblo, una sola necesidad, un sólo reconocimiento-.
Joseluis