No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó. -Comienzo de nuevo. Como el enfermo crónico que cada día toma su medicina, que eso soy yo; un enfermo crónico. Confundido con mi cuerpo, sintiendo síntomas imposibles, muriendo y naciendo de ellos… víctima al fin y al cabo de mi olvido, de mi ignorancia programada. Prisionero entonces de ilusiones. Olvidado mi Origen que cada día debo recordar de esta forma pautada-;“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Y lo hago-.

De mí depende la salvación del mundo. -Siempre me desconcierta esta frase, demasiada responsabilidad para un hombre solo. Pero de ser cierta debería aliviarme. De una parte, supondría que yo tendría la capacidad-; “Se me han confiado los dones de Dios porque soy Su Hijo”. -Me asegura. ¿Será cierto? Por otra, siempre es más sencillo si depende de mi sola voluntad, que del acuerdo tantos millones de seres que me acompañan. Pues leo-; “Y deseo otorgarlos allí donde Él dispuso que se dieran”. -Reconozco que así es y acepto esta responsabilidad que me alivia a mí al primero-.

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Continúo con mi dieta de pastillas para el recuerdo. Siento su rutina deslizándose por mi boca y por las cuentas que desgrano con mis dedos. ¿Rutina digo? Y me alegro. ¿No es rutina también, sentir dolores, estremecimiento y miedo? ¿No son automáticos también? Estoy en el camino. Yo no lo tracé, eso me da tranquilidad y prosigo-; “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Al menos quince minutos en la mañana y la noche, sin olvidar mi recuerdo cada hora-.

Joseluis