“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creo”. -Comienzo mi meditación de hoy como si la necesitase, y me escucho repitiendo mis mantras como mi alimento, y mientras lo hago me doy cuenta que en efecto, no soy un cuerpo si puedo alimentarme de ideas. Y agradezco… Me gusta quedarme ahí, desde esta posición observándome…-“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creo”. –Una caricia desconocida, un consuelo para mi mente agotada-.

“Permaneceré quedo por un instante e iré a mi hogar”. -Permaneceré quedo, cerraré la conexión con lo que me rodea, desatenderé lo que constantemente me llama, no escucharé los incentivos de este mundo; ni pasiones ni dolores, míos ni los que parecen venirme de fuera. Me desconectaré de lo que reclama mi atención y en ese silencio de ilusiones encontraré mi hogar. Nada es tan perentorio como alcanzar la paz de mi hogar ni como recuperar el conocimiento de mi propio ser que el ruido que inventé me impide recordar. Y me quedo quieto, obediente a la lección de hoy. Padre, que hoy recuerde que las ilusiones que persigo no pueden ofrecerme nada que ande buscando. Y ya no mando, ni dirijo, ni intervengo, al menos por hoy ¡Qué sé yo mañana!-

“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creo”. -Vuelvo a mi alimento renovado. Y veo un alfarero pedaleando su rueda y a cada vuelta cambiar la forma informe de su masa estampada contra su mesita, tranquilo, seguro y suave. A cada giro, más reconocido el modelo. Y ese soy yo, girando complacido en el platillo que ocupo, sin pensar, dejándome hacer mientras giro-:“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creo”. -Hasta recuperar la conciencia de mi forma original. Girando, girando girando…-

Joseluis