“Deseo la paz de Dios”. -Pareciera que me pongo de acuerdo, que me rindo ante esa afirmación, pero descubro que también quiero la mía. Y eso es lo que me pasa, que ninguna de las dos-. “No hay nadie que pueda decir estas palabras de todo corazón y no curarse”. -Mi paz, la que subrepticiamente persigo está basada en mis sueños, que uno a uno me han ido fallando. Mi paz es costosa e imposible. Continúo leyendo-: “Desear la paz de Dios de todo corazón es renunciar a todos los sueños”. -Me vengo abajo-.
Ya no sé lo que deseo, ni como prescindir de las ilusiones que persigo ¡Tantas! “No te desalientes por razón de las ilusiones, pues la forma no es lo que importa… Son todas el mismo sueño”. -No sirve el desaliento. Me pide que dedique mis prácticas de hoy a examinarlas, que comprenda lo poco que me ofrecen y elija de nuevo. Sí, es poco, pero sin otra opción me atraen mucho-. “Ésta es la elección que tienes ante ti. No te dejes engañar… no es posible transigir. Pues o bien eliges la paz de Dios o sueños”. -Reconozco que he buscado la paz a través de mis ilusiones, por mi cuenta, pero permanece intacto mi anhelo por la paz de Dios, ésa es la motivación de mi nueva búsqueda-.
“Deseas la paz de Dios. Y eso es lo que desean todos los que parecen ir en pos de sueños”. -Sí, deseo la paz de Dios. Frente a cada ilusión que me prometa el “cielo” con sabor a esfuerzo y fracaso; deseo la paz de Dios. Mi respuesta a la tentación-.“La paz de Dios es tuya. La paz fue creada para ti; tu Creador te la dio y la estableció como Su propio regalo eterno”. -¿Cómo voy a fracasar cuando sólo pido lo que es mío? Un poco de ayuda me vendría bien para sostenerme…-
joseluis
Gracias, gracias , Gracias