Permaneceré muy quedo por un instante he iré a mi hogar”. -Ésta sí que es una invitación apetecible, casi romántica, hablando de mi verdadero hogar, el que echo de menos y por tanto real. Sólo puedo extrañar lo que me pertenece-. “Este mundo en el que pareces vivir no es tu hogar”. -Apostilla dándome la razón-. “En algún recodo de tu mente sabes que eso es verdad”. -Puedo vivir con esta carencia, pero nunca olvidarla. Para sobrellevar este destierro sobrevaloro lo que me rodea, como una anestesia, pero nada más-. “Otros prefieren estar tristes, y no reconocen en absoluto que se están tragando las lágrimas”.

La añoranza hace que mire hacia el pasado idealizando en él lo que busco. “Pero la infancia de tu cuerpo y el lugar que le dio cobijo son recuerdos distorsionados de un pasado que nunca tuvo lugar”. -De ese modo corta por lo sano y dirige mis pensamientos-: Mas en ti hay un Niño que anda buscando la casa de Su Padre, pues sabe que Él es un extraño aquí. -Me dice de donde viene mi nostalgia y asiento-.

“Este Niño es tu indefensión, tu fortaleza”. -No participa en mi lucha por acomodarme a un lugar al que no pertenezco, sino que sostiene para mí el recuerdo de donde soy. Aquieta por un momento el ruido de tu mundo para oír Su Voz, me dice-: “Su llamada es tan conmovedora que ya no le ofrecerás más resistencia”. -Me quedaré quieto, observando… y según vengan hoy los pensamientos de amenaza me recordaré que no les pertenezco, con la lección-: “Permaneceré muy quedo por un instante he iré a mi hogar”. -Agarrado a Su indefensión, a Su fortaleza, que yo no tengo ninguna.  Por todo el día y más-.

joseluis