“Confío en mis hermanos que son uno conmigo”. Un golpe fuerte para empezar. Trae a mi memoria la cantidad de defensas que tengo, precisamente por los temores que me inspiran. Si analizo, vivo atemorizado por ellos. Desde la cerradura de mi casa, a mis estrategias al tratarlos, todo es desconfianza. Hoy se me pide que confíe, pues es esencial para establecer y sustentar la fe en mi propia capacidad para transcender mis dudas y mi falta de seguridad. Interesante.
“Cuando atacas a un hermano, proclamas que está limitado por lo que has percibido en él”. En efecto, así es. Lo analizo y actúo según lo que observo. Siempre fue así. Y gracias a eso no me he dado más golpes. Me para en seco: Cambia de enfoque, y, lo que contemples cambiará.
“Deja de concentrarte en los pecados de tu hermano y experimentarás la paz que resulta de tener fe en la impecabilidad”. Precioso. Pero cuando intento hacerlo ¡Ay Dios mío! me doy cuenta que no quiero, que lo que realmente me gusta seguir viendo la culpa en él. Y mi auto estima se viene abajo… Esto es lo que hay.
… de surgir tales obstáculos, -me sigue hablando- transciéndelos sin ocuparte del pasado ni del futuro, da instrucciones a tu mente, para que cambie de foco según repites. “No es esto lo que quiero contemplar. -qué alivio- Confío en mis hermanos que son uno conmigo”.
¡Qué descanso sería no ver culpa! Pero está en ellos porque yo la puse, sin querer queriendo. Gracias Padre, ayúdame con esto, yo sólo no podré ¡Tantos años al contrario! “No es esto lo que quiero contemplar. -Mi talismán para hoy- Confío en mis hermanos que son uno conmigo”. Frente a mis juicios y mis temores.
joseluis.