“Padre nuestro…Aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has dado”. –Y a continuación-: “Dios es sólo Amor y, por tanto, eso es lo que soy yo”. -Nada más empezar siento un agradecimiento largo… y no lo sé explicar. Mientras la repito, mecánicamente, como son las repeticiones, que ni esfuerzo pongo, me encuentro abrazado, observado y querido. Y prosigo desgranando mis cuentas, y sintiendo correr el agua sobre mi cara como un beso, también largo-.

Sólo hay una vida, y ésa es la vida que comparto con Dios”. – ¿Cuántas veces pensé que mi fugaz vida era el regalo el Dios? ¿Cuántas veces pensé que lo que me rodeaba eran sus dones? Cuando me gustaban; sus premios, cuando no; los correctivos a mis culpas. Y así hice de mi Padre un ídolo caprichoso y de la vida una yincana-. “Sólo hay una vida, y ésa es la vida que comparto con Dios”. -Me corrige ¡Menos mal! –

“Dios es sólo Amor y, por tanto, eso es lo que soy yo”. -Para deshacer los grumos de mi existencia, como el desatascador de mi conciencia. Lo que necesito oír. El himno de la esperanza-.

Tu gracia me es dada. La reclamo ahora”. -Y recuerdo: la gracia; el atributo del Amor de Dios. Y espero confiado-. “Tu gracia me es dada. La reclamo ahora”. -La pido y siento mi cuerpo receptivo y yo… esperanzado-.

“Dios es sólo Amor y, por tanto, eso es lo que soy yo”. -Me promete calmar dolores, romper soledades, sanar enfermos y acabar las lágrimas. Y repitiendo recuerdo mis dolores, soledades, enfermedades y lágrimas y con las mías, las de mis hermanos que también son mías-.

Joseluis