“En mi indefensión radica mi seguridad”. Esto da una vuelta completa a mi cabeza, y sigue hablando: Tú que te sientes amenazado por este mundo, por sus cambios de fortuna y amargas ironías, por sus fugaces relacio­nes y por todos los “regalos” que únicamente te presta para más tarde arrebatártelos, pon mucha atención a lo que aquí decimos. El mundo no ofrece ninguna seguridad. Está arraigado en el ata­que. Y todos los “regalos” que aparentemente ofrecen seguridad no son más que engaños”. -¡Ay! Y si no me defiendo ¿quién lo hará?- “Una actitud defensiva supone una doble amenaza, pues da testimonio de la debilidad y establece un sistema de defensas que simplemente no es viable”. -De esta forma cuando me siento débil, me debilito aún más, pues veo traición fuera y otra todavía mayor dentro. El círculo está cerrado y el terror asegurado-.

Me explica mi situación actual Tal vez recuerdes que siempre eliges entre la fortaleza de Cristo y tu propia debilidad, la cual se ve como algo aparte de Él”. -Difícil de ver, cuando el peligro me rodea. Me aclara que mi invulnerabilidad es a lo que renuncie por vivir en este mundo y me anuncia-: “Este juego se ha acabado”. -Y me da las nuevas pautas-: “La indefensión es fortaleza… jamás puede ser atacada…”-Mira más allá de tus sueños y reconoce que eres invulnerable, prueba la protección que te proporciona tu indefensión-

Debo practicar para comenzar y concluir el día cinco minutos o más con la idea de hoy: “En mi indefensión radica mi seguridad”. -Y aprender de nuevo a ser fiel a la Voluntad que comparto con Dios y mi creciente paz aumentará con el transcurso del día según lo recuerde cada hora. Agradezco que no me pida un salto al vacío tan inmenso que me provoque aún más miedo. Agradezco que me invite a invocar la fortaleza del Cristo en mí cuando el miedo me tiente y agradezco la promesa que me hace al asegurarme que le oiré decirme-: “Aquí estoy”.

joseluis