“Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios”. -No debo escuchar ninguno, porque si lo hiciera no tendría tanto miedo. Sólo oigo amenazas, si doy por cierto todo lo que veo y escucho ¿Cómo no voy a tener miedo? – “Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. Crees que todo lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad”. -Sí, es urgente que cambie mi manera de percibir, mis fuentes de información, es urgente. Creo que dudar de lo que veo es dudar de mí mismo, de mi cordura ¡Ay! – “Sin embargo, tienes que aprender a dudar de que las pruebas que te presentan puedan despejar el camino que te lleva a reconocerte a ti mismo, y dejar que la Voz que habla por Dios sea el único juez de lo que es digno que tú creas”. -Ignora estos testigos antiguos que nunca te dieron resultado, me aconseja-.
Busco con gusto la práctica de hoy, y comienzo repitiendo la frase lentamente y mientras observo mis propios pensamientos pido Aquel que puede ver la verdad que los evalúe por mí-. “Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufrimiento y la pérdida”. -Y me asegura la visión para ver más allá de las apariencias-. “Él seleccionará los elementos que representan la verdad, e ignorará aquellos aspectos que representan los sueños fútiles”. -Y continúa-: “Verás el amor que se encuentra más allá del odio, la inmutabilidad en el cambio, lo puro en el pecado y sobre el mundo, únicamente la bendición de Dios”. -¡Qué mayor milagro puedo pedir! Quince minutos por la mañana de recogimiento me pide, quince minutos de paseo de la mano de Aquel que sabe, por mis dolores y otro tanto por la noche-.
Y cada hora volveré a este lugar de cordura. “Tal es tu resurrección, pues tu vida no forma parte de nada de lo que ves”. -A ver si me lo acabo aprendiendo, esto, o la muerte-.
joseluis