“Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. -A estas alturas esta frase actúa como una escoba limpiando el montón de pensamientos que ocupan mi mente. A estas alturas comprendo el beneficio que me trae repetirla, simplemente repetirla. Niega que tenga fuerza sobre mí los juicios y las atrocidades que creo que son mías porque las escucho en mi mente. Quien me las dicta no soy yo, yo soy simplemente quien las escucha y ha creído ciertas hasta ahora. Sólo son reales los pensamientos que pienso con Dios y ellos no traen dolor a mi vida ni a la de nadie que yo pueda ver. Estaba confundido-: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. -El resto no es real ni tiene influencia sobre mí… y ahí me quedo-.
Cinco minutos por la mañana y otro tanto en la noche, seguido de: “Nadie que realmente se proponga alcanzar la verdad puede fracasar”. -Una parte de mi mente la recibe con escepticismo y la otra como una gran verdad… pienso que elijo la segunda, pero, sin darme cuenta localizo su objetivo en el futuro, como las promesas del mundo que disimulan su falsedad poniéndolas allí, fuera de mi alcance sin decirlo directamente. Me revelo y vuelvo-: “Nadie que realmente se proponga alcanzar la verdad puede fracasar”. -No tengo que esperar para llegar a ella y conscientemente la sostengo libre de limitaciones imposibles-.
Y después: “Libero al mundo de todo lo que alguna vez pensé que era”. -Parece como si ya hubiera empezado mi trabajo, porque mi decisión es clara, y me centro en la frase, poniéndola una y otra vez en mi boca como la medicina a los enfermos crónicos, que así me siento. Y voy vaciando mi mente de productos tóxicos. Cada hora recordaré las frases que contiene el antídoto del sufrimiento-.
Joseluis