“Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. -Repito para comenzar el día y preparar mi mente a aprender lo que es la verdadera libertad, la derivada de cumplirse solamente mis verdaderos pensamientos; los que comparto con Dios, ellos me garantizan la paz y el gozo continúo e ilimitado ¡Qué sabré yo de eso! Y me afano en repetírmela, pues reconozco que eso es todo lo que busco y necesito, deshacerme de mis pensamientos particulares que me atormentan atándome a este mundo con deberes, obligaciones y esperanzas a largo plazo que jamás se cumplen. Esta frase tiene la capacidad de llevarme a las puertas de ese cielo que perdí en sueños-. Haz que tu mente tenga una acti­tud receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso y deja que sólo éste la ocupe completamente y elimine los demás: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. -Durante cinco minutos por la mañana y la noche-.

Y prosigo: “En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios. -La espero en ese nuevo horizonte despejado. Sólo son buenas noticias; No estás en peligro, no tienes nada que temer, descansa… Y es inusual sentir esto. Lo hago, y me complazco en ello, un momento de paz, de comunicación-.

“Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy”.  -Ayúdame Padre a hacer mía esta afirmación tan cierta como poco frecuentada por mí. De este modo me uno con el universo, me convierto en él, me siento extenso ilimitado y completo. ¡Qué nunca se caiga de mi conciencia!- “Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy”.

Y cada hora recordare mi propósito de recuperar los pensamientos que me ofrecen la libertad que busco en tantas cosas de este mundo; los que pienso con Dios. Me recogeré, y negare en ese instante lo que veo y lo que siento, por un momento… como si fuera definitivo.

Joseluis