“Mi mente tan sólo alberga lo que pienso con Dios”. -Me viene a la cabeza la cantidad ingente de asuntos que contiene… Ninguno debe ser de Dios. Todos me traen zozobra y miedo. Todos por tanto ilusiones, ninguno es real. Pero mi mente no puede estar vacía. En algún lugar están mis pensamientos reales; su único contenido-. “Mi mente tan sólo alberga lo que pienso con Dios” -Me agarra un nudo a la garganta ¡Qué perdido estoy entre locuras! – “Cinco minutos que le dediques a este pensamiento serán suficiente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese día”. -¿Sólo cinco minutos y el Padre administrará mis pensamientos de hoy? No puede ser tan fácil, me dice el descreído que vive conmigo y… ¿por qué tengo que escuchar esta voz que me atormenta? Me pongo con ello-; “Mi mente tan sólo alberga lo que pienso con Dios”. -Y repito descansando en ello-.
Y después: “Gracias Padre por los regalos que me has concedido”. -Parece como si esta frase me pidiera que hiciera un inventario de dones. Me bloqueo. Ni sé-. “Gracias Padre por los regalos que me has concedido”. –Repito, y siento esta vez mi propio agradecimiento, sin especificar, no lo necesito, estaba conmigo. Mi existencia es suficiente, lo es todo-.
“Qué no me olvide que soy uno con Dios”. -Esto sí que es decir “no” a lo que parece afectarme, esto sí que es una negación en regla al mundo, esto sí que es mirar al Padre y nada más. Ahora veo la continuidad de todo, y puedo desentenderme definitivamente de los asuntos que hace un rato entraban como ladrones de puntillas en mi mente.
Cada hora recodare mi compromiso con mi felicidad y con este plan de estudios, trayendo a mi mente la lección de hoy rendido y entregado, comprenda o no lo que estoy haciendo.
Joseluis