Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios. -Es la frase central de este nuevo repaso, con ella se vertebra, porque-: “Éste es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo”. -Repitiéndola comienzo mis prácticas de cinco minutos mañana y noche, la uso para despejar mi mente de los pensamientos engañosos que me atan al mundo. Y mientras lo hago, veo emerger en paz los pensamientos que vienen a importunarme y puedo identificar su banalidad y abandonarlos sostenido por ella. Y siento paz… y confianza-. “La falta de perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia”. -¡Qué fácil se me pone repetiéndola!-.

            “Después, lee simplemente las dos ideas del repaso. Cierra los ojos y repítelas lentamente. No hay prisa ahora. Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado y que cada idea te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que lo recibas de Su parte”.

El perdón es la llave de la felicidad”. -En ese silencio recién estrenado reconozco, aunque no pueda comprender del todo, la verdad que contiene… y por un instante me quedo alimentándome con ella, sintiendo su beneficio… y su paz-.

El perdón me ofrece todo lo que deseo”. -Como una promesa en la lejanía que recibo con el descrédito de una parte de mi mente, a la que le parce desmesurada. Jamás oyó nada igual. Pero la otra parte de mí se complace en ella, y se recrea escuchándola, saboreándola como si llevara largo tiempo esperándola y apreciara, que sólo eso y nada más que eso puede ser la verdad. Y no quiero apartarme de ella y la saco del futuro repitiéndola-. “El perdón me ofrece todo lo que deseo”.

Cada hora volveré unos minutos a la cordura de la lección, repitiéndola sin premura. Pararé mi actividad y pondré en primer lugar lo que busco; los pensamientos que pienso con Dios.

joseluis.