“Aceptaré la Expiación para mí mismo”. Salió la santa palabra que por años me persiguió. Dice que aceptarla es aceptar mi realidad, no mi apariencia. Recuperar mi naturaleza, mi creación. ¡Quién lo iba a decir! “No hay conflicto que no entrañe la pregunta: ¿Quién soy?” Sólo los que se han negado a sí mismo pueden hacérsela, me dice, pues: “Estar vivo y no conocerte es creer que estás muerto ¿Qué es la vida sino ser lo que eres?” ¡Soy un muerto viviente! Sin embargo, no podría estar vivo si no supiese la respuesta. Al preguntar como si no la supiese, es que no quiero ser lo que soy. Mas lo debí aceptar pues vivo y juzgo contra ello negándolo, pues decidí desconocer la única certeza mediante la cual vivo”. Resumido, la triste historia de mi vida.
¿Cómo iba a estar en paz desconociéndome? “Tu negación no cambió lo que eres”. Me tranquiliza. “Pero ha dividido tu mente en dos partes: una que conoce la verdad y otra que no”. ¿Quién lo niega? “Aquello que hace esa pregunta no puede ser parte de ti”. Pues me hace la pregunta a mí, que la conozco. Debo haberme confundido con él. ¿Cómo acabar esto? “La Expiación pone fin a la extraña idea de que es posible dudar de ti mismo y no estar seguro de lo que realmente eres”. Y acepto. “Esto es lo que la Expiación enseña y demuestra, que la unidad del Hijo de Dios no se ve afectada por su creencia de que no sabe lo que es”. Descanso aliviado.
Repetiré cinco minutos en la mañana y la noche: “Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún soy tal como Dios me creó”. Lo sostendré entre horas hasta que recuerde: En tu memoria yace el recuerdo de lo mucho que en verdad amas a tus hermanos, de lo mucho que cada mente es parte de la tuya, de lo fieles te han sido realmente y de cómo el Amor de nuestro Padre nos incluye a todos. Ésa es la revolución que busco y no otra.
Joseluis
Gracias JL acepto la expiacion para mi mismo