“No daré valor a lo que no lo tiene”. Todo el mundo se apunta a eso, pero ¿Qué es lo que tiene valor? El Curso dice que sólo hay dos alternativas aunque parezcan muchas, que lo parecen, y me advierte que mi elección, “o bien me aporta todo o bien no aporta nada”. Por eso sólo hay dos.
Me apunta los criterios para descubrir la elección adecuada: “Si eliges algo que no va a durar para siempre, estás eligiendo lo que carece de valor”. Con esta condición me quedo sin opciones prácticamente, aquí todo se marchita. La siguiente: “Si eliges quitarle algo a alguien te quedas sin nada”. -¡Qué observación tan adecuada y clara! Continúa dándome estas preguntas-; “¿Porqué tiene valor para ti tu elección? ¿Por qué te sientes atraído por ello?¿Qué propósito tiene?” -Mi honesta respuesta es que siempre guardo una duda oculta sobre la capacidad de mi objetivo para satisfacerme, por eso lo envuelvo en un halo de ensueño mágico pretendiendo no ver su debilidad. Mal comienzo. Y finalmente-: “Si sientes el más mínimo vestigio de culpabilidad por tu elección, es que has permitido que los objetivos del ego nublen las verdaderas alternativas”. -¡Ah, la culpa y el miedo!- “Al Cielo se llega con las manos vacías y la mente abierta”.
Acabo aturdido, pero me toma la mano y me dice: “Hoy intentaremos alcanzar este estado, dejando el auto engaño y estando sinceramente dispuesto a darle valor a lo que es verdad”. -Me propone dos sesiones de 15 minutos en las que repetiré-: “No le daré valor a lo que no lo tiene, y sólo iré en pos de lo que es valioso, pues lo que tiene valor me pertenece”. -Aguardaré la respuesta de lo que me espera por llegar sin lastres hasta las puertas del Cielo. El resto del día me quedare enganchado a esto que repetiré cuando me sienta cargado de fardos innecesarios-: “No le daré valor a lo que no lo tiene, pues lo que tiene valor me pertenece”. -De tu mano, a tu orden, confiado-.
joseluis.