“No hay otro amor que el amor de Dios”. Esta frase descarta el resto de amores que persigo y que me colocan en el desierto. El significado del amor queda oculto para quien crea que puede cambiar, pues no comprende que un amor cambiante es imposible”. -Sí, estoy en un desierto, pues no sé nada del amor, no puedo amar a una persona y excluir al resto, me dice-. “Si el amor pudiese hacer tales distinciones, tendría que discernir entre justos y pecadores, y percibir al Hijo de Dios fragmentado”. -Y voy comprendiendo mis fracasos, mis dolores y mi desierto-.

No busques tu ser en este mundo”. -Me contesta- “El amor no se puede encontrar en las tinieblas y en la muerte”. -Me siento respondido-. “El amor queda vedado para quien crea que puede cambiar… y así cree que algunas veces puede amar y otras odiar”. -Gracias por la claridad que rompe mi viejo mundo y sienta las bases del nuevo. La práctica de hoy trata de liberar mi mente de mis propias limitaciones y me pide quince minutos dos veces-.

Abre tu mente y descansa”. -Continua diciéndome-. “Invoca a tu Padre… Él Mismo pondrá una chispa de verdad en tu mente cada vez que renuncies a una creencia falsa...” -No puedo resistir la fuerza de esta invitación y me propongo alinearme con Él-. “Él irradiará hoy a través de tus vanos pensamientos y te ayudará a comprender la verdad del amor”. -Nadie me habló así-.

Debo practicar al menos tres veces por hora con quienes vinieron a aprender conmigo, traerlo a mi mente y hablarle-: Te bendigo hermano con el Amor de Dios, el cual quiero compartir contigo. Pues quiero aprender la gozosa lección de que no hay otro amor que el de Dios, el tuyo y el de todos. Gracias Padre.

Joseluis