“Que no me olvide de que soy uno con Dios”. -Sin duda ése es mi déficit, si lo creyera se me acabarían los problemas. No concibo a Dios preocupado como lo estoy por infinidad de asuntos mayores y menores. Pero… ¿Estará Dios conmigo? ¿Contaré con esa ventaja? Sigo leyendo-: “Dios es tu compañero de viaje en tu breve recorrido por el mundo”. -Está conmigo, me asegura, entre mis preocupaciones también. Sí, parece increíble, y hago silencio mientras siento que es esta afirmación ocupa el lugar que le corresponde y por un momento se serena el mundo conmigo-.

Lo veras en lo que aparenta ser doloroso, y el dolor da paso a la paz… en los que están desesperados, en los tristes, en los compungidos, en los que creen estar solos y amedrentados, y a todos se les devuelve la tranquilidad… y en los moribundos y en los muertos, restituyéndoles la vida. Y podrás verlo porque primero lo viste en ti mismo”. -Leer esto me deja preparado y deseo tener la experiencia de ser uno con Él y compartir mi sanación con el mundo-: “Que no me olvide de que soy uno con Dios”. -Ya buscaré yo…-

Dedica media hora hoy al pensamiento de que eres uno con Dios. -Lo haré tranquilo y confiado. Continúa; Su beneficio no será menor porque no lo veas hoy. Quizá aún no estés listo para aceptar sus ganancias. Pero en algún momento llegarán a tu conciencia, y las reconocerás-. “Esta media hora estará enmar­cada en oro, y cada minuto será como un diamante incrustado alrededor del espejo que este ejercicio te ofrece. Y verás en él la faz de Cristo, reflejando la tuya”.

Asiento y espero. “Aquellos que saben que son uno con Dios, jamás se les puede negar milagro alguno”. -Hoy es un día para la gloria. Cada hora, como siempre, haré un recordatorio-: “Que no me olvide que soy uno con Dios, en unión de todos mis hermanos y con mi Ser, en eterna paz y santidad”. -¡Qué no me olvide!-

joseluis.