A la hora en punto: “Descanso en Dios. -Sí, eso es lo que quiero, pero ¡Qué difícil hoy con tanta faena que tengo! Tal vez mañana…- “Descanso en Dios” -me digo. Sí ahora, ahora, cuando más asuntos pendientes tengo, ahora lo necesito. Ayúdame Padre a mantener la calma frente a los incendios que me amenazan. Ayúdame Padre a templarme frente a las intervenciones urgentes que piden mi atención. Ayúdame Padre a no creer en las prisas ni en las urgencias, en los asuntos de vida o muerte ni en las oportunidades únicas. Recuérdame: ¡No está ocurriendo nada!-

Y me brinda esta plegaría: “Hoy descanso en Dios y dejo que Él obre sobre mí y a través de mí, mientras descanso en Él en silencio y con absoluta certeza” –Al decírmela me vienen unas ganas grandes de callarme ¿Será ese el comienzo del descanso?- “Hoy descanso en Dios y dejo que Él obre sobre mí…” –Y mezclado en las palabras oigo un; ¡schiiiiiiiii ……! y en su eco me callo en paz-.

A las medias: “Soy tal como Dios me creó”. -¿Cuántas vueltas al molino habré de dar más para creerme lo que es, y olvidar lo que no es? Mis oídos son insensibles a la verdad, les gusta ser otra cosa ¡Ay! Y vuelvo a la carga-: “Soy tal como Dios me creó”, -repetiré hasta que caiga en la cuenta-.

Soy el Hijo de Dios. Hoy dejo a un lado todas las enfermizas ilusiones que albergo acerca de mí mismo y dejo que mi Padre me diga quien soy”. -Sí, porque si no… Llámame por mi nombre Padre, para que pueda recordar el parentesco que tengo contigo. Llámame, que no soy insensible a tu Voz, aunque ande distraído. Llámame que no me conozco sino por el nombre que Tú me diste y cuando lo recuerde, ya no habrá ruido que me altere ni haga olvidar mi naturaleza y ya no habrá más muerte.

Joseluis