Hora en punto: “La verdad corregirá todos los errores de mi mente”. -Y me dirá que lo que me asusta no tiene causa ni fuerza para lastimarme. Ésa es la única verdad, que jamás estuve ni estoy en peligro. El único peligro es creer en él y darle cobertura en mi mente. Es tan clara esta afirmación que no me genera rechazo alguno. Mi esperanza es la verdad. Pero, ¿Cuál será esa verdad y dónde la encontraré? ¿Estará a mi alcance? ¿Será para mí? –

Y empieza a hablarme como si lo hiciera yo mismo: “Me equivoco al pensar que hay algo que pueda hacerme daño”. -Y bien equivocado debo estar, pues vivo en la amenaza. Sigue dándome datos-: “Soy el Hijo de Dios, Cuyo ser descansa a salvo en la Mente de Dios”. -Me llega por un momento la cordura, la que tengo que olvidar para admitir el peligro. Ayúdame Padre a sostener en mi mente Tu nombre, porque Tu nombre es la Verdad-.

Media hora después: “Dar y recibir son en verdad lo mismo”. -Tengo que aprenderme esto, cuando lo haga, mi mundo cambiará, así de drástico es. Dar y recibir son en verdad lo mismo. Porque no hay nadie afuera, sólo me relaciono conmigo. Me amo o me castigo por el mismo procedimiento; lo que doy, recibo ¡Cuándo acabaré de entenderlo! -.

“Hoy lo perdonaré todo, para así poder aprender a aceptar la verdad acerca de mí, y llegar a reconocer mi impecabilidad”. -Y digo sí de inmediato, sin reparar en esfuerzos y dificultades, como contesta un niño al que le prometen un caramelo y acepta sin reparar en las condiciones. Me gusta verme como un niño, esperanzado con mi verdad, más dulce aún que ese caramelo infantil. Confiado que mi Padre me aupará sobre mis dificultades para que lo obtenga. Y sostendré esta idea todo el día, como mi tarea, esperanzado y confiado… como un niño-

Joseluis