“La salvación es mi única función aquí”. -¡Y apenas la tengo en cuenta! Tan ocupado como estoy en mis faenas de diario; quehaceres domésticos y a largo plazo. Empeñado en buscar mi salvación en la obtención de las metas que me fijo calificándolas como importantes y básicas, sosteniendo proyectos que se derrumban finalmente en mis propias manos ¡Ay!-.

Mi función aquí es perdonar al mundo por todos los errores que he cometido”. -¡Qué dura se me hace esta frase, casi incomprensible! Liberar al mundo de los errores que en su apreciación he cometido. Liberarlo de todo lo que pienso acerca de él. Liberarlo de todas las características que le he conferido, dejarlo sin intención ni cometido. Gran tarea, y continúa-: “Pues así me libero de ellos junto con él”. -Abre mi mente Padre para que pueda ser dócil a Tu Palabra y hacerla mía… como un niño-.

Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial”. -Me dan ganas de salir huyendo al escucharlo, no puedo sostener tanta responsabilidad. Si no me aparto conscientemente de mis propios juicios y los desoigo, no puedo continuar. Y una vez más, como quien comulga, cerrar mis ojos y acoger el hecho y la importancia que me adjudica como cierta, aunque ni siquiera pueda llegar a imaginármela-.

             “Soy esencial en el plan de Dios para la salvación del mundo”. -Sigo comulgando y sosteniendo mi fe en el Medio que me la ofrece ¿Quién soy yo para dudar?- “Pues Él me dio Su plan para que yo lo salvara”. Y hago finalmente el silencio para dar la bienvenida a la verdad que contiene, en señal de aceptación y acatamiento, como un niño confiado y esperanzado esta vez; ¡Mi salvación y la de mi mundo conmigo!

Joseluis