Para la hora en punto: “Soy espíritu. -Y aunque ya debía estar acostumbrado a oír esta noticia siempre me conmociona, y la repito-: “Soy espíritu, soy espíritu, soy espíritu…”-Me gusta como resuena en las cámaras de mi mente, como una invitación a quedarme ahí ¡Y tantas cosas tengo que dejar para sostenerla! Puedo abandonar por un momento la consistencia del mundo en esa barca que me aleja de ella: “Soy espíritu”. Y la repito y la repito y la repito-.

Continúo con la plegaria; “Soy el Hijo de Dios. No hay cuerpo que pueda contenerme o imponerme una limitación que Dios no haya creado”. -Y me sigue mostrando la profundidad de lo que afirma. Como un nuevo credo lo repito-: “Soy el Hijo de Dios…” –Es un bisturí afilado que corta este sueño profundo que me anestesia, y puedo notar mientras repito su beneficio-.

Media hora más tarde; “Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación. -No tengo nada más que añadir y feliz digo sí. Ni sé en qué consiste ni como hacerlo, pero acepto. Desde la libertad que me da desprenderme de mi mundo, puedo decir que sí sin restricciones y sostenerlo en mi mente-.

Prosigue: “¿Cuál podría ser mi función sino aceptar la Palabra de Dios, Quien me creó para ser lo que soy y lo que por siempre seré?” -Aceptar la Palabra de Dios, escucho desde mi cueva recién iluminada, y recuperar la conciencia de mi creación, de mi naturaleza. Una vez debí negarla, es mi segunda oportunidad que no voy a rechazar. Aceptar la Palabra de Dios… y espero oírle hablarme.

Diré sí a lo largo de todo el día, y cada vez que algo me acose como si pudiera, le enseñaré mi carnet: Soy el Hijos de Dios, mi salvoconducto.

Joseluis