“Descanso en Dios”. -Una buena cosa-. Hoy pedimos descanso; y una quietud que las apariencias del mundo no puedan perturbar. Pedimos paz y tranquilidad en medio de todo el torbellino nacido de sueños conflictivos. Pedi­mos seguridad y felicidad, aunque lo que parece que vemos es peligro e infortunio”. -¡Cómo me gusta oír esto y ninguna otra cosa! Dejar todo sin hacer y descansar. Desoír las amenazas y descansar, que pare el ruido y descansar-. Y disponemos del pensamiento que respon­derá a nuestra petición con lo que pedimos” -Y esto me suena mejor aún-.

“Tuyo es el descanso de la verdad”. Continúa diciéndome-. “Las apariencias no te pueden perturbar”. -Mientras o haces, todos tus hermanos se unen a ti porque descansas en Dios, continúa hablándome-. “Deja que tu mente se aquiete y acepte con agradecimiento su curación”.

“Cada vez que hoy descansas cinco minutos el mundo se acerca más a su despertar”. -Aparcaré mis asuntos pendientes, los que me abruman para descansar. Ya no volverán a rondarte tus sueños de terror, me segura, y me pide que no dejé de incluir a nadie en el círculo de paz donde me propone entrar-. “Abre las puertas del templo y deja que tus hermanos distantes y amigos más íntimos vengan desde los más remo­tos lugares del mundo, así como desde los más cercanos; invíta­los a todos a entrar y a descansar contigo”.

-Completamente convencido de mi necesidad de descansar, de poder hacerlo y del éxito de mis prácticas, entrego mi día y mi propósito a descansar en Dios-. “Descansamos juntos aquí, pues así es como nuestro des­canso es total, y lo que hoy damos ya lo hemos recibido”. -Sólo digo amén-.

joseluis