“Busco únicamente lo que en verdad me pertenece”. Parece ser cierto, sólo puedo extrañar y buscar lo que me pertenece. No puedo añorar lo que no es mío. Mi única carencia tiene que ser mi integridad. Si busco la dicha y la paz, han de formar parte de mí. ¿Por qué no las siento?  Y escucho: “Antes tienes que preparar un lugar para ellas, pues no son bien acogidos los dones de Dios por la mente que ha aceptado los regalos que ella fabricó para ocupar su lugar”. ¡Y me cuadra todo, tántas metas baldías!

Deshazte hoy de los regalos inútiles y despeja el altar donde sólo los dones de Dios les corresponde estar. “Sus dones son los que en verdad son tuyos, los here­daste desde antes de que el tiempo comenzara, y segui­rán siendo tuyos después de que haya pasado a ser eternidad. Sus dones son los que se encuentran en ti ahora, pues son intemporales. Y no tienes que esperar a que sean tuyos. Son tuyos hoy”. Me entra la impaciencia de siempre…

En mis prácticas repetiré; “Busco únicamente lo que en verdad me pertenece, y la dicha y la paz son mi herencia”. Con sus repeticiones trataré de dejar a un lado mis conflictos y mis pequeñas metas, que se componen de ilusiones e ilusiones alientan. Hoy despejaré mi mente de lo extraño que incluí como si fuera mío. Hoy prepararé mi casa para que brillen solamente los dones de mi Padre y reconoceré “simplemente que Su Voluntad ya se ha cumplido y que la dicha y la paz me pertenece por ser Sus eternos dones”.

                  Entre horas recordaré tan a menudo como pueda: Busco únicamente lo que en verdad me pertenece. Lo único que quiero son los dones de dicha y paz de Dios.

Joseluis