“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creo”. -Ésta es la frase central del repaso, al que me pide que dedique al menos 15 minutos en la mañana y la noche, además de los recuerdos de cada hora. Me pide que vacíe mi mente de todo cuanto la abarrota acallando la razón, la cordura y la verdad. Que niegue los pensamientos que vengan a someterme y reafirme mi independencia diciendo-: No quiero este pensamiento. El que quiero es… y cite la idea del día.

“Confío en mis hermanos que son uno conmigo”. -En esta paz no puedo escuchar las viejas advertencias de peligro que la palabra confiar me suscita-. “No hay nadie que no sea mi hermano”. -Y si fuera así? Continúa apoyándome-: “He sido bendecido con la unidad de la que gozo con el universo…” -y recuerdo; universo es la conversación entre el Padre y el Hijo; la verdadera creación, desconocida por mí, mientras le corto el paso al ego que quiere rezar conmigo trayendo a mi memoria otros paisajes de él sólo conocidos: el sol y las galaxias. Continúa-: “…y con Dios mi Padre”, –parte del universo-. “…el único creador de la totalidad que es mi Ser…” –mientras pierdo mi grandiosidad y mi pequeñez, y me encuentro…- “…el cual es uno conmigo”.  -Amén          –

            “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creo”. -De nuevo siento alivio… y agradecimiento. Sólo tengo ganas de quedarme ahí, repitiéndomelo todo el día. Como el sediento en un desierto que sueña con un manantial que dure lo que dure su sed. Así me veo recordando, agua, agua… agua fresca. Ésta es la frase que como el agua quiero beber únicamente hoy, perdido como estoy en mi desierto- .“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creo”. -Hasta recordar el Manantial-.

Joseluis