“La luz del mundo brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón”. -Otra corrección para mi mente que tiene por virtud la auto-humillación y el reconocimiento de su minusvalía. Un ¡chitón! para el que me dice: no vales nada, no sirves. Tampoco se trata, aunque a veces lo parezca, de pasarme al extremo de la exaltación, sino el reconocimiento de una función que sin cambiar mi estatus me delega la responsabilidad de la paz en el mundo-. Ciertamente eres la luz del mundo con semejante función. El Hijo de Dios apela a ti para su redención. En tus manos está poder concedérsela porque te pertenece. No aceptes en su lugar ningún propósito trivial ni ningún deseo insensato; o te olvidarás de tu función y dejarás al Hijo de Dios en el infierno. No se te está haciendo una petición vana. Se te está pidiendo que aceptes la salvación, para que así la puedas dar”. -Es verdad que me cuesta mantener la serenidad oyendo esto, pero para eso estoy aquí. Y lo hago-.

-Empezaré y acabaré el día como se me indica, repasando la lección y permitiendo que pensamientos afines vengan a consolidarla-: “La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón. Yo soy el instrumento que Dios ha designado para la salvación del mundo… –Yo tengo la llave de la felicidad del mundo. El mundo descasará en paz cuando yo perdone. Puedo quitar el sufrimiento del mundo…Y me doy cuenta que es fácil reconocerlo desde ese lugar que la lección me lleva, y me pongo feliz…-.

-Para reforzarla recordaré traerla a mi mente todo el día-. “Recuerda que el Hijo de Dios apela a ti para su salvación. ¿Y quién sino tu Ser es el Hijo de Dios?”.

Joseluis