“Perdonar es mi función por ser la luz del mundo”. Siempre me sacude la lección, me hace reaccionar. ¿Tengo una función en relación con el mundo, ser su luz? Me abruma. Tu perdón lleva este mundo de tinieblas a la luz, te permite reconocer la luz en la que ves, y demuestra que tú eres la luz del mundo. Mediante tu perdón vuelves a recordar la verdad acerca de ti. En tu perdón, por lo tanto, reside tu salvación”. Mi perdón, mi perdón, mi perdón… resuena en mi cabeza, el perdón de las ilusiones con las que he sustituido la verdad acerca de mí… Creo que ya percibo la luz.

No deja que me baje de intensidad que ha despertado en mí “…cada vez que perdonas apelas a la fortaleza de Cristo en ti. ¿Te vas dando cuenta, pues, de lo que el perdón hará por ti? Eliminará de tu mente toda sensación de debilidad, tensión o fatiga. Arrasará con todo vestigio de temor, culpabilidad y dolor. Reinstaurará en tu conciencia la invulnerabilidad y el poder que Dios le confirió a Su Hijo”. A qué espero; “Perdonar es mi función por ser la luz del mundo”.

Alégrate de practicar con esta idea que hará que pases un día feliz a ti y a los que te rodean, -leo a continuación y prosigo-: “Tan a menudo como puedas hoy, con los ojos cerrados a ser posible, repite: Perdonar es mi función por ser la luz del mundo. Cumpliré mi función para poder ser feliz”. –Me pide que reflexione un momento sobre mi fun­ción, la felicidad y liberación que me brindará, que permita que pensa­mientos afines lleguen, mi corazón los reconocerá pues en mi mente se encuentra la conciencia de que son verdad-. “Si te distraes, repite la idea y añade: Deseo recordar esto porque quiero ser feliz”.

Joseluis