“La santidad eterna mora en mí”. Como los tañidos de una vieja y lejana campana me llega este sonido desde lo más profundo de mi mente ¿Desde cuándo estará sonando ahí? Cuando lo escucho me estremezco; -La santidad eterna mora en ti y todo lo que no es santidad no te pertenece. La santidad es tú materia prima y nada más lo es. Tú eres la santidad-. Como ecos del mismo sonido reverberan en mi mente llenándolo todo ¿Qué hago viviendo de espaldas a esta verdad que reconozco sólo con escucharla? “Tu santidad está mucho más allá de tu propia capacidad de comprender o saber lo que es”. -Así debe ser, aunque crea vivir envuelto en culpa-.

“No obstante, Dios, tu Padre, Quien la creó, reconoce que tu santidad es la Suya”. -Muy de agradecer que alguien sostenga la cordura por mí-. “Nuestra Voluntad conjunta comprende lo que es. Y nuestra Voluntad conjunta sabe que así es”. -A sostener ese conocimiento aspiro confiado-.

            “Padre, mi santidad no procede de mí”. -Sino de Ti que eres mi Origen, por tanto-: “No es mía para dejar que el pecado la destruya ni para dejar que sea el blanco del ataque”. -Y si no la veo es porque- “Las ilusiones pueden ocultarla”, -Y yo he debido optar por ellas- “pero no pueden extinguir su fulgor ni atenuar su luz. Se yergue por siempre perfecta e intacta”. -Necesito oír esto más veces- “En ella todas las cosas sanan, pues siguen siendo tal como Tú las creaste”. -Invoco en mi ayuda la santidad que es mi herencia- “Y puedo conocerla, pues fui creado por la Santidad Misma, y conocer mi Fuente porque Tu Voluntad es que se Te conozca”. –Este día lo dedico a eso, a aceptar Tu Voluntad y conocer mi santidad-.

Joseluis