“El Espíritu Santo ve hoy a través de mí”. Nada puede parar esta mirada, ni distraerla ni desviarla sino mi voluntad. Hoy por fin doy mi consentimiento. Nada puede ocultarse de Ella ni fingir consistencia en Su presencia. Sólo la verdad ve, lo único que no asusta. Él es su notario. Me tranquilizo mientras repito la frase sintiendo la seguridad que transporta. Sólo son palabras ¡tantas oigo! pero éstas contienen la verdad. Son para mí, y su aval es la confianza que me transmiten, sin otra justificación que pueda cuantificarse, que no la necesito ni la busco. “El Espíritu Santo ve hoy a través de mí”. Y mientras lo repito Le voy abriendo las puertas de mi casa.

“Hoy Cristo pide valerse de tus ojos para así redimir al mundo”. -Y digo sí – “Te pide este regalo para poder ofrecerte paz mental y eliminar todo terror y pesar”. -Me adhiero, pues estoy amedrentado- “Y a medida que te libra de éstos, los sueños que parecían envolver al mundo desaparecen”. -Abre un hueco a la esperanza en mi vida- “La reden­ción es una”. -Como una es la verdad ¿Qué esperar? – “Al salvarte, el mundo se salva conmigo”. -Estoy de acuerdo- “Pues todos tenemos que ser redimidos juntos”. – Me va bien, me da paz- “El miedo se presenta en múltiples formas, pero el amor es uno”. -Siempre el miedo, omnipresente, pero hoy el Espíritu ve por mí.

            “Padre mío, Cristo me ha pedido este regalo, y se lo doy para que se me dé a mí. Ayúdame a usar Sus ojos hoy, y permitir así que el Amor del Espíritu Santo bendiga todo cuanto contemple, de modo que la compasión de Su Amor pueda descender sobre mí. -Y se repliegan mis miedos mientras resuena el eco de esta plegaria en mi mente cansada… y camino en paz. Hoy camino en paz, sin futuro.

Joseluis